Los números son inapelables, fríos y crueles, cuatro muertes a manos de delincuentes en poco más de un mes desde el inicio del año. Un promedio de una muerte cada 8 o 9 días. Los lanusenses estamos encerrados entre un gobierno municipal que parece mirar para el costado y una oposición de vacaciones.

Una vez más, nuestro municipio es tristemente celebre por los casos de inseguridad que a diario acechan las calles del distrito. En lo que va del año ya son cuatro los vecinos que perdieron la vida a manos de motochorros. La inseguridad no da tregua, es a toda hora y en todo el distrito. 

Primero fue Evgeniy Sipatov, un ciudadano ruso de 40 años que fue sorprendido por motochorros en la puerta de su casa. Le dispararon a quemarropa. Luego, le llegó el turno a Maximiliano Rojas, un joven de 27 años ultimado de un tiro después de forcejear con dos delincuentes para salvar su motocicleta en Monte Chingolo. Ahora las víctimas fueron Germán y su tía Ana, vecinos de Lanús Este, él de 46 y ella de 76 años, que estaban caminando por la calle Pico al 1400. Lamentablemente ellos no pudieron salvarse, pero son parte de un sinfín de historias de robos que día a día llegan a las redacciones de los medios.

La inseguridad ranquea las preocupaciones de los vecinos y es quizás el problema más difícil al que deben hacer frente los gobiernos. Resolverla supone una tarea titánica, si no se tienen todas las herramientas, pero fundamentalmente si no hay voluntad política.

Es cierto que a los municipios les queda el brazo corto en esta materia porque no cuentan con una herramienta fundamental: el mando sobre la policía. El famoso proyecto, tan anunciado hasta el hartazgo, no será una solución definitiva, pero iniciará un camino distinto que permitirá a los ejecutivos municipales tener un control sobre la fuerza articulando el mapa de delito y el trabajo del centro de monitoreo puede mejorar sustancialmente el patrullaje y, por ende, la prevención del delito. 

Es difícil caerle a este Ejecutivo Municipal y asignarle toda responsabilidad sobre la grave situación que atraviesa la seguridad en el distrito cuando lleva menos de dos meses de gobierno, sin embargo, la gestualidad es necesaria y marca la pauta de cuánto importa de verdad resolver este flagelo en el que vivimos. 

El intendente, Julián Álvarez parece mirar para el costado, realizó un promedio de 40 publicaciones en cada una de sus redes sociales desde que comenzó el año, en ningún caso se lamentó por las victimas fatales de la inseguridad, ni envió sus condolencias a los familiares, tampoco se mostró activo respecto de la búsqueda de los delincuentes. No grabó un video a cámara mirando a la gente y contándole qué va a hacer para mejorar esta situación, ni tampoco convocó a una conferencia de prensa a los medios de Lanús para dar explicaciones. 

Hubiese sido interesante verlo marchar contra la inseguridad en su distrito con compromiso patriota como lo hizo contra la Ley Ómnibus frente al Congreso de la Nación el pasado 24 de enero.

Los tres muertos eran sus vecinos, los familiares de las victimas son sus vecinos, hasta quizás alguno de ellos lo votaron y confiaron en él.  ¿Cómo no conmoverse o tener empatía en momentos tan difíciles como este?

Volviendo a la gestión de la seguridad, Álvarez tiene la oportunidad de ser activo en esa materia, sumando a los mejores, armando un gabinete por la seguridad interdisciplinario y sumando a la mesa de trabajo a todos los espacios políticos y actores sociales. Necesitamos un gobierno local que se involucre con seriedad, que sea proactivo contra el delito, que no se esconda detrás de la responsabilidad provincial, que aproveche la estrechez política con el gobernador Kicillof para traer soluciones concretas. Si todo esto ocurre, aquí seremos los primeros en escribir una editorial para felicitarlo. 

También necesitamos una oposición unida y activa, que salga del letargo y la pasividad con la que iniciaron el 2024. El rol opositor y de control del gobierno no debe circunscribirse a publicar comunicados de tres párrafos en las redes sociales, sino que requiere de compromiso, acción, poner el cuerpo, patear puertas, proponer ideas y hacer funcionar un Concejo Deliberante que debe ser la caja de resonancia de este grito desesperado del pueblo de Lanús que pide seguridad.

Si nada de esto sucede, ¿A dónde vamos a parar?

Editorial N° 2 Info al Sur