El oriundo de Lanús cerró su etapa con la camiseta albiceleste del hockey, con la que fue campeón en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro y representó como capitán en París.
“Te voy a extrañar, Selección. Gracias por dejarme representarte, por hacerme parte del mejor equipo del mundo y por hacerme feliz”. Así expresó su emoción, vía redes sociales, el experimentado Agustín Mazzilli, al despedirse de la Selección Argentina de hockey, con la que compitió a lo largo de una década y media y logró, entre distintos títulos, la hazaña de la medalla de oro en 2016, en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro.
Ocho años después de ese histórico momento, cuando convertía uno de los goles en la final contra Bélgica para subirse a lo más alto del podio, le toca desprenderse de la camiseta albiceleste en otra circunstancia bien distinta, con la eliminación a cuesta en cuartos de final a manos de Alemania, en París.
Sin embargo, el exponente nacido en Lanús y de larga trayectoria en el mundo de la bocha y el palo, siendo Lomas Athletic su espacio deportivo estelar, puso el foco en lo que significó para él haber competido en la elite de la mano de los Leones.
“Gracias a todos mis compañeros, con los que compartí, sufrí, festejé y viví estos 15 años de carrera. A los entrenadores, kinesiólogos y médicos”, comentó, a modo de gratitud por una labor que le posibilitó ser figura de una plantilla que queda marcada como una generación brillante en la disciplina.
Para el hombre de 35 años es momento de ceder la cinta de capitán, esa que se le brindó en los últimos tiempos, siendo uno de los pocos sobrevivientes en la actualidad de aquel logro impensado en Brasil.
Y vaya si disfrutó las vivencias, que lo erigieron como una pieza elemental, partícipe necesario en lauros de mucha envergadura, ya que no sólo se bañó de oro en esa cita olímpica, sino que también sumó varias medallas a nivel panamericano y concretó resultados más que satisfactorios a nivel internacional.
El que más se recuerda, además de la coronación olímpica, es el bronce que se sumó en 2014 en el Mundial de La Haya, en Países Bajos. Allí hubo halagos memorables, como los sostenidos con Alemania y Nueva Zelanda, pero especialmente el que selló el tercer puesto ante Gran Bretaña por 2 a 0.
Ese fue el empujón para lo que dos años después iba a ser el batacazo en Río de Janeiro, cuando, de la mano del técnico Carlos Retegui, se ganó el oro en los Juegos.
Luego, en plena transición de la plantilla, quedando como uno de los más grandes, se dieron una serie de dificultades, encontronazos y alejamientos que lo tuvieron como protagonista, propiciando un distanciamiento que después se subsanó y que posibilitó su vuelta al ruedo.
En aquel interín, con renunciamiento incluido -que también tuvo como eslabón a Gonzalo Peillat, en su caso optando por irse a Alemania, donde hoy compite- Mazzilli estuvo cerca de pegar el portazo, pero eligió retornar y por eso pudo ponerse la cinta de capitán.
Ahora queda su legado, que construyó con mucho esmero y dedicación, para que la generación que toma la posta siga rugiendo como lo hizo él cada vez que vistió la camiseta nacional.